El impacto de la pandemia de COVID-19 en personas con diabetes

Por Redacción IDL

La angustia psicológica podría aumentar los síntomas depresivos y provocar resultados adversos en el tratamiento de la enfermedad.

Nuestro estado de ánimo define cómo transitamos y enfrentamos nuestro día a día y, sin dudas, la pandemia de COVID-19 impactó en nuestras emociones, afectando a cada uno de nosotros de manera singular. Nuestras rutinas dieron un vuelco de 360°: tuvimos que adaptar nuestras actividades para poder llevarlas a cabo desde casa, poner en pausa algunas tareas y reemplazar otras. Esto, sumado a la sensación de generalizada incertidumbre, contribuyó a un aumento en el nivel de ansiedad de la población en general.

Además de la incertidumbre que todos experimentamos, para las personas con diabetes y familiares, se añadieron varios condimentos: el temor por ser persona de riesgo ante el COVID-19, la preocupación por los controles médicos y cómo contactar a sus equipos de salud, el acceso al tratamiento y la sobreinformación con relación a la pandemia.

A su vez, también influye la edad de la persona y el momento en su tratamiento: no es lo mismo un niño con diabetes que, además de readaptar su tratamiento a esta nueva realidad, se está acostumbrando a asistir al colegio de manera híbrida entre clases virtuales y presenciales que una persona adulta que cuenta con varios años en el tratamiento.

Por otro lado, a algunas personas la ansiedad del minuto a minuto los afectó en el plano alimenticio: “Estoy en casa y me permito comer algo más porque tengo más acceso”. Parte crucial del tratamiento de la diabetes es tener una alimentación saludable y realizar actividad física, y ambos factores se vieron impactados por un estado de angustia y temor. Ahora, la pregunta que surge es: ¿qué podemos hacer si sentimos que la ansiedad y la incertidumbre se apodera de nosotros? A continuación, les comparto algunas sugerencias, más allá del acompañamiento profesional que es fundamental:

  • Registrar nuestras emociones: preguntarnos cómo nos sentimos, qué nos pasa y saber cuál es mi emoción. Las emociones no las podemos eliminar, pero si las reconocemos podemos empezar a ver qué es lo que podemos hacer al respecto, y aparece el segundo factor.
  • Gestionar las emociones: una vez que las reconocemos, podemos manejarlas. Traído a un ejemplo claro: no es que no me enojo con nadie, sé que me enojo y veo cómo puedo mejorarlo. Hago lo que esté a mi alcance para llevarme del estado en el que estoy a un estado de ánimo positivo. No es necesario que sea algo grande, solo una pequeña cosa que me haga sentir mejor.
  • Reconocer mis actitudes: si estamos desanimados, lo primero que debemos pensar es cambiar nuestra actitud ante determinada situación para hacerla más amena y amigable.
  • Reconocer nuestro valor: nosotros valemos y por algo estamos en el lugar que estamos. Esto nos va a ayudar a hacernos más fuertes cuando nos sentimos desanimados.
  • Plantearnos objetivos: qué quiero hacer, hacia dónde quiero ir y cuál es el camino para llegar hasta allá.
  • Evitar la sobreinformación: es importante estar informado, pero el sobreestímulo de información puede generar el efecto contrario.
  • No tener miedo a consultar con profesionales de la salud mental. No caer en prejuicios sobre la consulta médica.

La diabetes y la salud mental

Según datos de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), en pacientes con diabetes, la prevalencia de síntomas de depresión y ansiedad es aproximadamente de dos a cuatro veces mayor que en la población general.

La asociación entre la diabetes y las cuestiones de salud mental podría exacerbarse en un entorno estresante, y la angustia psicológica podría aumentar los síntomas depresivos y provocar resultados adversos en el tratamiento de la diabetes.

De acuerdo con una investigación llevada adelante en Brasil por National Institute of Health, en donde se evaluó la prevalencia de estas cuestiones durante el distanciamiento social en la pandemia por COVID-19, se hallaron signos de sufrimiento mental actual en el 93% de los encuestados.

Casi el 43% de los pacientes mostró evidencia de angustia psicológica, con una tendencia significativamente mayor en pacientes con diabetes tipo 2, y la presencia de angustia emocional relacionada con la diabetes se encontró en el 29,2% de los pacientes.

Si bien el contexto contaba con características generales tendientes a que las personas tuvieran en algún momento depresión, las personas con diabetes necesitaron un acompañamiento un poco más cercano, y fue clave para ellos la aparición de grupos de contención virtual para las diferentes familias y personas con diabetes, invitándolos a que pudieran tener su espacio y trabajar sobre distinto temas.

En la medida en la que avanza el cronograma de vacunación en el país, y tenemos la esperanza de dejar atrás esta época complicada para todos, es importante que recordemos que el acompañamiento y registro de las emociones son factores clave para salir adelante frente a contextos de incertidumbre.

(*) María Belén Ávila es coordinadora del área de Psicología de la Federación Argentina de Diabetes.

Fuente: Diario Victoria

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