Prolongar la vida de las plantas: del laboratorio al campo

Un método tecnológico permite mejorar las características agronómicas de las plantas aumentando su ciclo de vida, producción y resistencia. Desarrollado por investigadoras de la UNL – Conicet, la tecnología fue licenciada a Infira SA.

Investigadoras de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) desarrollaron un método tecnológico que permite mejorar las características agronómicas de las plantas, aumentando el tiempo de vida y su productividad. La tecnología se protegió con una solicitud de patentamiento, de doble titularidad (UNL – Conicet) y luego fue licenciada para ser desarrollada y comercializada por la empresa Infira SA. Renata Reinheimer, investigadora del Conicet, profesora de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, nos cuenta las principales aristas de esta nueva tecnología.

Anualidad vs Perennidad

Con el objetivo de cambiar especies anuales a perennes, el método trabaja con determinadas moléculas que tienen la particularidad de hacer grandes cambios a nivel de la planta entera. Ello no es nada simple porque, como explica Reinheimer, “no solo hay que cambiar el ciclo de vida, sino que también modificar muchísimas características de la planta, activar los genes que permiten esos grandes cambios”.

Todos los cultivos que se trabajan en nuestros modelos de producción son especies anuales. Se las llaman así porque son de vida corta: se siembra y en dos o tres meses se cosecha. Lo perenne es lo opuesto, viven una temporada, dos temporadas, o más.

La vida corta –anual- tiene la desventaja de tener una parte subterránea muy pobre, está por muy poco tiempo y todos sus modelos de producción generan una impronta o un impacto muy grande a nivel ambiental. Insumen maquinaria, costos y una dependencia a los agroquímicos notoria para establecer los cultivos todos los años.

“Tenemos que producir energía y alimento cuidando los recursos y los ecosistemas. Por ello se está pensando a nivel internacional, trasladar a la base perenne o la vida más larga para los cultivos que nosotros estamos utilizando normalmente” expresa la investigadora. Esto tiene enormes ventajas ambientales: los cultivos perennes tienen mejores raíces, viven por más tiempo, y permite al productor establecerlos o sembrarlos solo una vez y, por uno o dos años más, no volverlos a sembrar.

El método de mejoramiento vegetal permite obtener plantas con un incremento considerable de la biomasa y la producción de semillas y con un ciclo de vida más largo, con la posibilidad de transformar especies estacionales en perennes sin resignar productividad.

La biomasa es todo el tejido vegetal que crece tanto por arriba del suelo como por abajo. La Biomasa aérea, como todo lo que sale del suelo, hoja, tallo, flores; y la biomasa subterránea, por debajo de la tierra, es el sistema radicular, las raíces.

Este procedimiento no es artificial. “La naturaleza iba en ese sentido. Si nosotros pensamos cuál era el camino natural de la evolución de las especies, la naturaleza prefiere una vida más larga para entender las especies vegetales. Hoy la gran cantidad de territorio argentino estaría cubierta de vida larga, hierbas de vida larga, como así lo demuestran nuestros pastizales naturales” explica Reinheimer.

Los modelos de producción aplicados revirtieron ese paisaje sembrando con especies anuales, a pesar de las consecuencias ambientales que trae ese tipo de cultivos. Por ello, prolongar la vida, la perennidad, no solo tendría ventajas ambientales sino también a nivel productivo, disminuyendo lo costos de producción, y mejorando la huella ecológica, producto de prácticas agrícolas y las cualidades que tienen estas especies de plantas.

Del laboratorio al campo

Para llevar esta innovación al campo, atendiendo a los largos procesos y los muchos años de desarrollo tecnológicos por delante, se funda la startup Infira. Conformada por un equipo interdisciplinario, tiene un diálogo directo con productores, asesores agropecuarios, asesores en agronomía sostenible, que analizan cuáles son las tendencias o los cambios que se van a venir de acá a 20 años, cuando se logre tener un producto.

“La idea es no llegar con un producto que sea obsoleto, que esté en otro contexto histórico. Es importante aclarar que Infira no comercializa semillas. Nosotros agregamos conocimiento al conocimiento. Tenemos una serie de patentes que son propiedad intelectual de la UNL Y CONICET. Con Infira logramos poner a punto esta tecnología en distintas especies o cultivos. Esto es conocimiento que se transforma en propiedad intelectual, en patente, y se transfieren paquetes tecnológicos a empresas que sí tengan la capacidad de multiplicar, regular y comercializar” explica Reinheimer.

La tecnología no tiene limitantes a la hora de ser aplicada, tiene un campo de aplicación extremadamente amplio y un impacto global. Se puede pensar en todo tipo de especies, destinadas para consumo humano, a la producción de bioenergía, para consumo animal, u otras especies ornamentales, como también en cultivos nuevos cuya función es ser restauradores ecológicos. Especies o forrajes que en Argentina no se conocen, pero en otras partes del mundo comienzan a surgir.

No obstante, si bien el campo de aplicación de la tecnología es muy amplio, la selección tiene que ser muy cuidada y estratégicamente aplicada.

Sobre Infira

Para el desarrollo, transferencia y comercialización de la tecnología, posterior a los resultados en laboratorio, como se mencionó, se creó Infira SA. Desde Infira seleccionan las especies con la trabajarán, teniendo en cuenta el tiempo y los recursos finitos. También existen cuestiones de mercado que analizar, de propiedad intelectual, cuestiones técnicas y agronómicas. Estas decisiones son tomadas por la mesa de innovación a partir de diversos criterios.

Renata Reinheimer, doctora, investigadora independiente del Conicet y profesora asociada de la Facultad de Ciencias Agrarias –UNL (en el centro de la imagen); Cecilia Arolfo, responsable de operaciones de Infira (a la izquierda) y María Victoria Nagel, responsable de desarrollo de negocios (a la derecha) de Infira SA. 

Dicha mesa está integrada por asesores del sector público y privado que, entre ellos, participan productores que dan una visión 360 grados del problema, ponen en contexto y hablan de sus problemáticas, de su realidad. “Creemos que es muy importante escucharlos a ellos desde el día cero porque son quienes tienen la visión panorámica. Esperamos que ellos, quienes hoy están trabajando con nosotros, se transformen en los early adopters [primeros adoptantes]: aquellos primeros que adopten la tecnología y muestren cómo funciona al mundo”, comenta la directora.

Infira recibió inversión inicial de la Aceleradora Litoral, quien la está acompañando en la consecución de hitos tecnológicos y de negocios a partir de un plan de aceleración específicamente diseñado para la búsqueda de inversiones. Es la primera firma de la ciudad de Santa Fe en ingresar al portfolio de esta Aceleradora. La empresa también ha obtenido la aprobación del directorio del Parque Tecnológico del Litoral Centro para su localización en el predio del organismo.

La tecnología descripta fue protegida en la solicitud de patente argentina. La patente de titularidad conjunta entre UNL y Conicet y fue redactada y tramitada en el año 2019 ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), por el área de Propiedad Intelectual, del Centro para la Transferencia de los Resultados de la Investigación (CETRI Litoral) de la UNL.

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