Un millón de veces más allá: Conicet – Santa Fe sumó un nuevo equipamiento para investigación

El Laboratorio de Microscopia Electrónica de Barrido es de origen alemán y funciona en el Servicio Centralizado de Grandes Instrumentos del Centro Científico Tecnológico desde principios de febrero. Supone un gran avance cualitativo en el análisis de muestras para organismos públicos y privados.

Imaginemos un trozo de papel pequeño, visible para el ojo humano apenas en la superficie. Lo justo como para identificar su color, una mancha y, claro, si hay allí alguna escritura. Imaginemos ahora que podemos “entrar” en esa muestra y ampliarla un millón de veces hasta explorarla fibra por fibra. O que la muestra sea de un metal, un insecto u otro material orgánico o inorgánico.

Ese nivel de detalle permite el Microscopio Electrónico de Barrido de emisión de efecto de campo con acoplamiento de columna de iones enfocados y sistema de inyección de gases (pausa para tomar aire o podemos decir FIB FESEM) que se habilitó hace poco más de una semana en el CCT del CONICET Santa Fe. Más precisamente en la sede del Servicio Centralizado de Grandes Instrumentos (Secegrin), cuya dirección técnica está a cargo de la Lic. Diana Pedulli.

Pero, ¿qué es? “Es un instrumento capaz de ofrecer una amplia variedad de información microestructural con detectores para microanálisis que permiten el estudio de muestras biológicas, orgánicas e inorgánicas; obtener imágenes topográficas de alta resolución y analizar la distribución química generando perfiles analíticos”, indica la información oficial.

Pedulli profundiza en el tema más allá de la extensa definición técnica. “Lo importante es que nos permite ver superficies que son imposibles de observar a simple vista o con otros microscopios”. “Podemos ver las superficies ampliadas de muestras y trabajar en ellas para distintos campos de la química, física, ciencias de la vida, entre otros”.

“Este equipamiento nos permite trabajar en muchas líneas de investigación”, resume la directora del Secegrin antes de señalar que “el Conicet ha crecido tanto y hoy tiene institutos específicos y áreas de estudio en las que este microscopio tiene muchas posibilidades de brindar servicios de acuerdo al trabajo de cada uno”. Por ejemplo, el desarrollo y evaluación de catalizadores y procesos catalíticos de diversos tipos y para diferentes objetivos con interés industrial o ambiental, por lo que el estudio de la morfología y el análisis elemental de los sólidos es de fundamental importancia a la hora de evaluar el rendimiento de un catalizador frente a una reacción catalítica.

“La información que nos pueden aportar las muestras no son fáciles de obtener con otras técnicas analíticas u otros instrumentos. Este microscopio nos permite estudiar detalles que no veríamos de otra forma; podemos tomar este papel y a simple vista leer lo que está escrito letra por letra, pero el microscopio nos permite llegar a su estructura, imposible de ver con el ojo humano”, explica.

El Secegrin está formado por un conjunto de laboratorios que contienen grandes instrumentos. “Nuestra función principal es el estudio, desarrollo y ejecución de análisis a través de nuestros laboratorios, donde se encuentra nucleada la instrumentación analítica de alta complejidad del CONICET en la región, prestando servicios de asesoramiento científico, apoyo técnico y servicios analíticos al sector científico, público y productivo local, regional y nacional, con un personal capacitado y calificado para cada equipamiento y el tratamiento de las muestras cualquiera sea su naturaleza”.

– ¿Por qué se llama Ing. Nora Pratta el laboratorio?

– Se llama Nora Pratta en homenaje a nuestra querida compañera y en reconocimiento a su amplia trayectoria en el Secegrin. Trabajó incansablemente en constituir un servicio formado por laboratorios organizando el instrumental de alta complejidad de nuestro centro, labor que realizó con un gran compromiso institucional. Fue directora del Secegrin durante muchos años y luego se dedicó al apoyo a la investigación a través del manejo del primer SEM (Scanning Electron Microscope, por sus siglas en inglés) con el que pudimos contar en nuestra ciudad.

La idea fue que su nombre sea siempre recordado como una profesional muy importante en una época en que, siendo mujer, se impuso en una dirección, logró armar este laboratorio, conseguir grandes equipamientos, obtener fondos para esos equipos y en la búsqueda de la excelencia en los servicios desarrolló en todos los niveles del laboratorio un sistema de Gestión de Calidad.

Nora falleció el año pasado.

Digital y analógico

Ya en el laboratorio, las dimensiones del nuevo equipo sorprenden: “Se puede trabajar con 9 muestras a la vez y analizar cada una por separado”, explica María Victoria Bernasconi, una de las operadoras del flamante microscopio, mientras detalla parte por parte la composición del equipamiento de última generación.

En un sector del edificio hay una galería de fotos que se obtuvieron con el microscopio anterior. Acá una mosca, allá un trozo de madera, en el medio otros materiales que con semejante nivel de precisión cuesta identificar. Son imágenes que se utilizan durante la Semana de la Ciencia para graficar, sobre todo a chicas y chicos, una parte del trabajo que se desarrolla en este sector del CCT.

El equipo con el que se tomaron estas imágenes está en otra de las salas. A primera vista llama la atención el tamaño del monitor de la computadora, pero por lo pequeño, y la cantidad de perillas con que Pratta y otros colegas habrán manejado por años el instrumental de origen japonés.

El nuevo microscopio se opera desde un teclado, requirió una gran inversión y varios años de paciencia desde que se inició el primer trámite para su adquisición.

Ciencia para todo público

– ¿La pandemia significó un antes y un después en el reconocimiento de la comunidad hacia la ciencia?

– Definitivamente sI. Por ejemplo, cuando se conoció el barbijo muchos se preguntaron “qué es el Conicet”. Creo que veníamos de un concepto de ciencia como algo muy lejano que funcionaba “en otro canal”, y en realidad este trabajo redunda en beneficio del medio ambiente y de la comunidad en general.

“En la Argentina creció mucho la investigación, la ciencia y la tecnología.”, reflexiona Pedulli. “A veces hay un desconocimiento de las líneas de investigación, parecería que todo es abstracto y en realidad trabajamos en lo cotidiano”. En ese punto aporta un ejemplo sencillo: “Analizamos diversas muestras para el área de medio ambiente, se hacen análisis de agua para establecer si tiene un contenido de arsénico apto para el consumo humano sin ser riesgoso para la salud. Quizás la gente no sepa que detrás de esa determinación hay una técnica analítica que utiliza grandes instrumentos y cálculos complejos”, grafica la directora del Secegrin, quien descubrió la Química mientras participaba de una jornada nacional con su colegio secundario y quedó “fascinada” con la posibilidad de ver qué hay “más allá” de lo que se muestra a primera vista. O un millón de veces más allá, como se logra con el nuevo microscopio que desde principios de febrero fue instalado en el Secegrin de CCT- CONICET Santa Fe.

Fuente: El Litoral

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