Movilidades sagradas: ¿qué tienen en común una misa, el Gauchito Gil y los extraterrestres?

Una investigación del CONICET indaga en cómo se organizan las distintas espiritualidades en el país. Y muestra de qué manera se va reconfigurando el concepto de religión. Desde la Peregrinación a Luján, los trips para avistar ovnis a Córdoba hasta prácticas chamánicas, todo está cruzado por las “nuevas sacralidades”.

En la ciudad de Santa Fe, la feligresía católica peregrinó días atrás a la Basílica y expresó su devoción por la Virgen de Guadalupe. Aquí nomás, en la localidad de Felicia, los devotos se acercan a la Virgen de los Milagros. En Rosario están la multitudinaria peregrinación a San Nicolás y las procesiones de visita al padre Ignacio. Y en Mercedes, Corrientes, un caso más que emblemático es la multitud convocada por el Gauchito Gil.

Pero el concepto de “religiosidad” ocupa un abanico mucho más abarcativo y heterogéneo. Hoy se habla de viajes y de turismo ritual; entonces, quizás la religión debe coexistir con un concepto mucho más multifacético: el de “espiritualidad”. Pues aquí convergen distintas aglutinaciones populares en torno a la “fe en algo”. Así, se pueden incluir las vertientes afro, los trips a Capilla del Monte Córdoba, para experimentar contactos con “seres intra o extraterrestres”; las procesiones a las estupas budistas en el sur del país, y una larga cantidad de ejemplos.

Entonces, entre lo primero y lo segundo, ¿hay algo en común? Sí, siempre y cuando se estudie cada fenómeno desde el concepto de “movilidades sagradas”. Esto es lo que lograron hacer un grupo de 25 investigadores e investigadoras de todo el país que pertenecen al Conicet y a universidades públicas, y que se dedicaron a estudiar y compilar en un libro -sin caer en las pautas canónicas de las instituciones religiosas monoteístas- cómo esa idea de movilidad popular en torno a la espiritualidad está reconfigurando el concepto tradicional de religión.

Cabe dejar en claro que nada más lejos está en la intención de esta nota afectar las susceptibilidades ni las fervientes creencias de las personas que profesan una religión, pertenezcan éstas al cristianismo, al judaísmo, el islamismo o a otras adscripciones religiosas. La idea central es, recogiendo el aporte de los especialistas, mostrar cómo se reconfigura la idea de espiritualidad y de qué manera la gente se “moviliza” en torno a aquello por lo que siente afición de fe o creencia.

Un largo peregrinar

“Hace más de 15 años que venimos trabajando el temas de las peregrinaciones. Empezamos a ponernos en contacto con otros investigadores de todo el país que estaban en las mismas indagaciones. Y nos propusimos elaborar una obra que rastreara y ‘mapeara’ la gran diversidad de las movilidades sagradas del país. El enfoque es muy federal, porque toca todas las regiones argentinas”, dice el Dr. Fabián Flores, editor de la obra junto a su colega el Dr. Rodolfo Puglisi.

Desde el vamos, la obra parte como una redefinición de las pautas convencionales con las que habían sido estudiadas las peregrinaciones. “Aquí hablamos de movilidades sagradas -deja bien en claro Flores-. Una peregrinación católica es una forma de movilidad, pero hay muchas otras, añade. Entonces, una de las premisas del libro fue ampliar ese abanico con el que habitualmente se estudiaban estos fenómenos.

Con todo, por un lado se trató de pensar la obra como una gran variedad de formas que adoptan (viajes, procesiones, turismo espiritual); “y, por el otro, corrernos de ese sesgo católico por el que casi siempre miramos los fenómenos religiosos. Y pensar, justamente, que por fuera de la Iglesia Católica se dan otras formas de movilidad sagrada, pensada ésta en un sentido mucho más amplio. Estas movilidades son muy importantes en las regiones de nuestro país”, subraya el investigador.

En este mapeo de movilidades sagradas y populares, los investigadores se encontraron con un gran abanico de prácticas que se alejan de las convenciones, es decir, nuevas vertientes de religiosidad y nuevos actores: “Fue interesante ver cómo algunos fenómenos perviven y resisten el paso del tiempo; algunos siguen siendo convencionales y otros, reinventándose. Así, van surgiendo nuevas modalidades religiosas”, explica.

La religiosidad popular

El libro toma prácticas vinculadas a la Iglesia Católica -peregrinaciones, por ejemplo- que tienen fuerte presencia en la institución. Son los eventos institucionalmente ordenados y organizados por la Iglesia, donde ésta es el actor principal, como por ejemplo la Peregrinación Juvenil a Luján o, sin ir más lejos, la Peregrinación a la Basílica de Guadalupe, en esta ciudad capital.

Pero también en el estudio se abordan otras manifestaciones donde la Iglesia se siente más “desbordada” y en las cuales aparecen fenómenos más tangenciales: es lo que se denomina la “religiosidad popular”. Respecto de estos casos que van por el costado, aparecen la devoción por San Baltasar (en Corrientes); la multitudinaria peregrinación al santuario del Gauchito Gil en la localidad de Mercedes, de la misma provincia, y de la Difunta Correa, cuyo santuario principal está en la localidad de Vallecito, provincia de San Juan, también masiva.

El santuario de la Difunta Correa en Vallecito, San Juan.


“No es que la Iglesia no esté presente en estos casos; pero no tiene una ‘gestión’ completa de las movilidades sagradas. Son generalmente los propios actores los que operan por propia fe, por la religiosidad popular y lo hacen de manera organizada por otros criterios, formas, parámetros”, amplía el Dr. Flores.

La matriz afro

Con respecto a las religiones de matriz afro, aparecen las prácticas neochamánicas, incluso con vertientes del umbandismo, que no dejan de ser, también, experiencias de movilidades sagradas. “En nuestro sistema religioso, este tipo de tendencias espirituales están muy discriminadas, con lo cual se les dificulta desarrollar sus prácticas en un ideal de libertad religiosa o de culto: esto está condicionado por todos estos procesos de regulación social”, advierte Flores.

Las prácticas neochamánicas también son consideradas en el estudio como un tipo de “movilidad sagrada”. La foto es sólo ilustrativa.


Sobre este último caso, hay una experiencia en la propia ciudad de Buenos Aires. Se trata de un desfile con baile con sus ropas tradicionalmente de color blanco en el espacio público. “Los practicantes van con tambores e irrumpen en lo cotidiano para mostrarse, para tener visibilidad como estrategia de legitimación y como resistencia al sesgo de ‘criminalización’. Incluso, estas personas plantean esta práctica como una forma de movilidad política. La visibilización en el espacio urbano es un acto político”, concluye el Dr. Flores.

Fuente: El Litoral

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