Un mal creciente: alergias alimentarias en la infancia

Por Redacción IDL

La médica María Paula Sarraquigne investiga estas enfermedades que son cada vez más frecuentes e integra un taller virtual que brinda información científica actualizada a la comunidad.

En los últimos años se ha observado un incremento en la cantidad de niños y niñas que conviven con alergias alimentarias, un problema que afecta a su familia y condiciona comidas, planes e incluso actividades. La docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario y Pediatra Especialista en Alergia e Inmunología Infantil, María Paula Sarraquigne, detalló que “las alergias alimentarias son una reacción anormal del sistema inmune ante un alimento que es tolerado por la mayoría de la población pero que en determinados pacientes que tienen una predisposición genética, genera una reacción del sistema inmunológico que produce síntomas”.

La médica explicó que las mismas están en aumento en las últimas décadas, por lo que ha tomado relevancia su estudio y detección. “Hay dos grandes grupos de alergias alimentarias: las inmediatas y las que tienen un mecanismo más retardado para que aparezcan los síntomas”.

Las de carácter inmediato se manifiestan cuando el paciente toma contacto con el alimento (que puede suceder por la ingesta, a través de la piel o por vía respiratoria), y le genera síntomas de manera rápida. “Estas pueden ser las más graves y tener complicaciones importantes, incluso amenazar la vida”.

Estas hacen una reacción con síntomas muy marcados: ronchas, falta de aire, broncoespasmos, mareos, vómitos inmediatos, desmayos, etc. A su vez, puede que se llegue a un cuadro más severo, como es la anafilaxia, que concentra la sumatoria de varios de los síntomas anteriores y puede desencadenar un verdadero peligro para la vida del paciente.
El otro grupo responde a aquellas que se revelan en forma más tardía. “Se expone el paciente a ese alimento y demora entre 48 y 72 horas en expresar los síntomas. Son más frecuentes, y si bien alteran muchísimo la calidad de vida, tienen menos riesgos para la vida en lo inmediato”.

Usualmente los síntomas comunes para estas están relacionados con síntomas digestivos: dolor de panza, diarrea, heces con sangre o moco. Responden en forma más lenta, pero alteran de una manera severa la calidad de vida de los niños y niñas que los padecen. “Suelen estar irritados gran parte del día, se sienten mal constantemente, sufren de un dolor crónico y muchas veces hasta que se llega al diagnóstico, pasan semanas e incluso meses”.

La especialista subrayó que la mayoría de las alergias alimentarias son autolimitadas. Las que generan síntomas digestivos suelen desaparecer cuando el niño o niña cumple los dos años. En cambio, las de síntomas inmediatos, pueden demorar hasta los cinco o seis años o incluso permanecer en la vida adulta.

“Depende mucho del alimento que genere la alergia: la leche o huevo en general se van tolerando y son alergias que van desapareciendo para la vida adulta, en cambio, una alergia a frutos secos, como el maní, tiene mayor posibilidades que persista”, detalló Sarraquigne.

Existen algunos tratamientos nuevos que aplican sobre todo para la leche y en menor medida para el huevo, que sólo pueden llevarlos a cabo profesionales con una amplia experiencia en el área. “Consiste en exponer al paciente a ese alimento de manera progresiva para lograr que el sistema inmune lo tolere. Pero en realidad, el mayor tratamiento es la evitación, es decir, no consumir el alimento por nada”.

En este sentido, Sarraquigne explicó que hay ocasiones en que es difícil que el niño o niña no se vea expuesto a ese alimento, ya que tienen una vida social activa que a veces escapa de la supervisión de sus padres. “Muchas veces se complica porque van a la escuela, a cumpleaños o incluso por el mismo hecho que no todos comprenden lo importante que el niño esté aislado de ese alimento”.

La detección de alergias alimentarias infantiles han aumentado considerablemente.

Tomando conciencia

Durante muchos años una regla básica para los padres y madres era la importancia de que sus hijos e hijas consumieran leche durante la etapa de crecimiento para obtener calcio y otros nutrientes. Sin embargo, en la actualidad hay 15.000 bebés que nacen cada año en el país con alergia a la proteína de la leche de vaca.

“Se empezó a prestar más atención a la alimentación, porque antes sucedía que a un niño que lloraba todo el día se lo consideraba como problemático, sin llegar al diagnóstico de certeza. Por suerte, hoy hay más herramientas para identificar las alergias alimentarias”, sostuvo Sarraquigne y agregó: “Obviamente hay factores que hacen que la presencia de alergias sea mayor y la comunidad científica está muy interesada en ese tema, por lo que hay muchos estudios en el área”.

La especialista adelantó que el aumento de incidencia se vincula a varios sucesos, pero hizo foco en el proceso de activación de los genes por la exposición a factores medioambientales. “Hay que tener una carga genética que predisponga a tener una alergia alimentaria y determinados factores ambientales que hagan que esos genes se activen. No alcanza solamente con tener los genes, sino que algo los tiene que activar. En estos momentos, se está estudiando qué cosas pueden activarlos”.

Algo importante que destacó la médica es la presencia de bacterias saludables dentro del intestino. “Deben ser adecuadas, porque las mismas van a interrelacionarse con el sistema inmunológico y van a favorecer que no se produzca la alergia. Las bacterias van a estar influidas por un montón de cosas, por ejemplo: nacer por parto vaginal o por cesárea. En el momento del nacimiento el niño es colonizado por esas bacterias y pueden provenir de la piel de la mamá, del quirófano (si nació por cesárea), o de la flora vaginal de la madre y va a ser totalmente distinto. Eso es algo muy importante y que marca la inmunidad a largo plazo, no sólo para las alergias sino para varias enfermedades”.

El uso de antibióticos en los primeros meses de vida es otro diferencial a la hora de generar bacterias saludables para en el intestino, como así también la dieta. “Qué se come y cómo se hace. Ingerir alimentos saludables o ultraprocesados. Eso modifica mucho la flora intestinal”.

Sarraquigne destacó que hay mucho que aún está en estudio, y que no todo se sabe a ciencia cierta. “Las vitaminas D o el consumo de fibra son algunas de las cosas que están en estudio, pero lo que más se sabe es sobre el nacimiento y la lactancia. La leche materna está llena de células del sistema inmune y bacterias que pasan al bebé y que van a colonizar el intestino, logrando que el sistema inmune trabaje bien”.

Un taller para brindar información precisa

La especialista lleva adelante con otros profesionales un taller para familias que tiene como objetivo informar sobre las alergias alimentarias y qué hacer en el caso de que un integrante padezca esta patología. “Surgió porque los que integramos el equipo trabajamos con niños con alergias alimentarias y nos pareció interesante poder hacer algo al respecto”, dijo y comentó que las familias, ante el desconocimiento del tema, se vuelcan a buscar información en internet y en muchas ocasiones acceden a datos erróneos. “Vimos que se terminan aferrando a mitos y utilizando en la vida cotidiana estrategias que no son correctas. En este sentido, damos estos talleres para brindar información certera, basada en artículos científicos actualizados. Además buscamos brindar un apoyo emocional porque convivir con alergias alimentarias puede ser muy desalentador”.

El taller se desarrolla de manera online, lo que posibilita que no sólo se sumen los padres sino también otros familiares que forman parte del día a día del niño: abuelos, tíos, amigos de los padres, etc. “No sólo se conectan personas de Rosario sino de otras partes de nuestro país e incluso del exterior”.

Además de María Paula Sarraquigne, el taller está integrado por Mauricio Colella, Pediatra Especialista en Alergia e Inmunología Infantil y los psicólogos Fernando J. Gómez y Eugenia Charreun. A quienes les interese participar pueden ponerse en contacto vía instagram en @equipoaairosario.

Periodista: Gonzalo J. García/ Fotógrafa: Camila Casero.

Fuente: Universidad Nacional de Rosario

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