La importancia de sostener las políticas científicas

Por Andrés Wursten

En un año electoral como el presente resulta necesario debatir en torno a la ciencia como actividad política, cuya regulación involucra a toda la población.

La vida privada y pública, la educación, el trabajo, el entretenimiento, etcétera están atravesados por conocimientos científicos y dispositivos tecnológicos. Si atendemos a una definición amplia de política como actividad de intervención sobre la realidad social -acompañando, modificando, creando o regulando sus valores y conductas- la ciencia es, sin duda, política.

Ciencia y tecnología son políticas, también, porque son actividades humanas cuyos grupos participantes poseen intereses particulares que imprimen en las investigaciones y sus desarrollos.

Asimismo, la ciencia y la tecnología son un asunto de los estados que deben definir políticas públicas para promover su desarrollo de acuerdo al proyecto de país y las necesidades de su población. En las elecciones de este año en Argentina, además de un modelo económico y social, está en juego un proyecto de ciencia. 

La importancia de la planificación

Las políticas públicas sobre ciencia y tecnología demarcan un camino deseable para la actividad. Son instrumentos capaces de guiar la producción de conocimientos para dar respuesta a las urgencias, problemas y necesidades del país. Es fundamental que la ciencia sea parte de los discursos y agenda política pero, aún más, que la ciudadanía exija y forme parte de su planificación pública.

Actualmente, nuestro país cuenta con el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 (PNCTI) -con estado parlamentario. 

El PNCTI es una política de Estado que busca promover el desarrollo científico y tecnológico de Argentina. Intenta ser una planificación de mediano y largo plazo para aumentar la inversión en el sector, favorecer el incremento del empleo, apoyar la investigación y el desarrollo en áreas que se consideren estratégicas para el país, fortalecer la educación y la formación en ciencia y tecnología, propiciar la participación ciudadana, entre otros.

Es necesario poder contar con un Plan como camino a la persecución de los objetivos expuestos y el desarrollo de la actividad. El PNCTI es una oportunidad para que la ciencia y la tecnología contribuyan al desarrollo económico, social y ambiental del país.

Oscilaciones de la política científica en Argentina

En Argentina, desde la independencia en 1816, comenzaron a surgir las primeras  decisiones y regulación en torno a las ciencias que no fueron ajenas a los contextos económicos y políticos del país. Inicialmente se apuntó a acompañar la construcción de la nación creando instituciones de ciencia e impulsando la migración de especialistas del exterior, para posibilitar la generación de la actividad local. Sin embargo, el modelo agroexportador asumido por el país a escala global prescindió de los avances científicos y su articulación con el proceso productivo.

Fue recién a partir de la década de 1930 -con vaivenes- que los saberes expertos se articularon con la producción económica y el Estado comenzó a tener mayor participación en la regulación de la actividad, dada las intenciones industrialistas de Argentina. Esta etapa tuvo un auge en la década del 50 y 60 en las cuales se crearon instituciones científicas y tecnológicas vigentes al día de hoy: CNEA (1950), INTA (1956), INTI (1957), CONICET (1958), CONAE (1961).

Posteriormente las dictaduras militares y los gobiernos neoliberales -con excepciones como el gobierno de Alfonsín entre 1983 y 1989- arrebataron contra la ciencia, primeramente persiguiendo y censurando a las instituciones y comunidad local, luego, a través de la desregulación y privatización del sector.

En 2001 se promulga la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación la cual establece como responsabilidad del Estado crear un Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. El primer intento fue el Plan Bicentenario. Luego, en un contexto auspicioso para la ciencia se presenta el Plan Argentina Innovadora 2020 -discontinuado por el gobierno de la coalición Cambiemos-, actualmente reconvertido en el Plan 2030.

Un proyecto para la ciencia, aporta una planificación capaz de resistir a las oscilaciones producidas por los cambios de gobiernos y dirige la actividad de acuerdo a las necesidades sociales de la región.  

En la historia Argentina la actividad científica ha jugado un rol político y los diferentes gobiernos han generado políticas sobre el sector. La ciencia y la tecnología son importantes, tanto para el desarrollo económico como para el bienestar social de una nación. Por ello, deben ser objetos de debate y discusión política.

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